Peregrinación a la Virgen de los Santos
Ayer volvimos de nuestra peregrinación diocesana de jóvenes de inicio de curso a la Virgen de los Santos en Alcalá. ¡La verdad es que ha sido genial, una maravilla! Hemos disfrutado mucho, de todo: entre nosotros, de D. Rafael, los sacerdotes, seminaristas, del Señor, del buen tiempo, del malo, las canciones, los chistes… ¡Qué ambiente nos regala vivir el Señor!
Llegamos el viernes por la noche a Paterna, en donde el P. Eugenio nos ha acogido de manera generosa. Nos acompañó en la cena, ¡y hasta en la velada! Después de saludarnos y cenar, tuvimos un rato de ya una acostumbrada velada de presentación, entre cantos y juegos. Al finalizarla, D. Rafael nos invitó a vivir de veras la peregrinación, con lluvia o con sol, a de veras entregarle nuestra vida al Señor por medio de la Virgen.
El sábado amanecimos… ¡¡¡a las 6.45h!!! Menudas horas… Pero genial para poder salir temprano y hacer mejor el camino. El P. Eugenio nos acompañó hasta el principio del camino en donde nos despidió y emprendimos con alegría nuestra peregrinación a pie. Nos quedaban unos 23km por delante. ¡Pero el Señor nos cuidó mucho! ¡Ni una gota en todo el día! Durante el camino rezamos Laudes, presididos por el P. Ricardo; después tuvimos un rato de silencio para rezar, seguido de cantos, conversaciones la mar de bonitas, y el rosario a nuestra madre, que no podía faltar.
Al llegar a Alcalá, un poco cansados, y después de ducharnos y descansar un rato, el P. Juan Ramón nos habló del seguimiento de Cristo en la catequesis. ¡Él nos llama a cada uno! Seguidamente tuvimos la Misa, presidida por D. Rafael, en la Iglesia de la Victoria en donde fuimos acogidos por el P. Paco Núñez, en nombre de la comunidad parroquial de Alcalá. D. Rafael nos habló del banquete al que nos invita y el Señor ¡y que tanta gente desperdicia…! ¿Y nosotros? ¡Estamos también invitados al banquete! ¿No acudiremos?
Después de la cena… ahora sí, empezó a tronar. Así que, nos resguardamos en los salones para tener un rato de cantos y guitarra antes de tener uno de los momentos más queridos por todos los jóvenes: la Hora Santa. Adoramos al Señor expuesto en la custodia para nosotros, para alabarlo y amarlo por tantos jóvenes como no lo hacen. Cantamos, meditamos el Evangelio de las bodas de Caná y muchos pudieron pedirle al Señor en alto desde lo profundo del corazón.
El domingo amaneció nublado, y el suelo muy mojado después de una noche tremenda de agua. Pero una vez más, el Señor nos cuidó hasta el detalle de que no lloviera. Esta vez, el camino de unos 6 km, se hizo breve y entramos en el Santuario de nuestra Madre rezando el Rosario y canto su himno: “Salerosa, eres tú bella rosa lo más bonito de Andalucía”. Así que, para rematar la peregrinación, celebramos la Misa, presidida por nuestro vicario general, el P. Fernando Campos, quien nos habló de la importancia de vestir dignamente el traje cristiano, de atrevernos a serlo de veras. Al terminar la Misa, pudimos subir al camarín de la Virgen, ser arropados por su manto y allí poner nuestro corazón e intenciones.
Por último, gracias a la generosidad de los alcalaínos, comimos unos riquísimos macarrones con carne. Pero antes de marcharnos, quisimos compartir entre todos nuestra experiencia; los testimonios de los
jóvenes fueron alucinantes: muchos salen con la conciencia de no sólo querer vivir su relación con Cristo intensamente, sino que ven la necesidad de evangelizar, de llevar esta alegría, este gozo, a Jesucristo a otros jóvenes como ellos, que no le conocen, que están vacíos y buscan algo más en sus vidas. Hablaron de que el Señor les ha pedido llevarle allá donde sólo ellos pueden llegar. Otros vuelven con una experiencia nueva en sus vidas: han sentido a Dios y han descubierto la Iglesia.
En resumen, ha sido una experiencia muy muy bonita. Los jóvenes vuelven con mucha fuerza, con muchas ganas de amar a Jesucristo y a la Iglesia y de evangelizar.