Pedazo de fin de semana…
Un finde con la Virgen
¡Qué pedazo fin de semana hemos pasado de peregrinación a la Virgen de la Oliva! El viernes los de Chiclana junto con una chica de San Fernando (Ceci) nos fuimos camino a Vejer, donde nos esperaban nuestros compañeros de Barbate que tan bien nos acogieron. Allí el encargado de alojamiento nos llevó, a los niños, hasta el sitio donde íbamos a dormir aquella noche, un gimnasio en el sótano y, a las niñas, a un pabellón, en otro edificio, pero cerca de nosotros. Poco después, fuimos al pabellón para cenar, ¡qué hambre teníamos! Mientras cenábamos vino nuestro obispo, Mons Rafael Zornoza, que alegría le dio vernos a todos tan felices. Justo después, vino el alcalde de Vejer y junto al obispo nos agradecieron la presencia y que nos lo pasáramos estupendamente en la peregrinación que nos quedaba por delante. Llegó el momento de las veladas y Eli fscc junto con Fran nos prepararon una velada súper guay. Acabamos de los hulla-hops hasta el último pelo de la cabeza, pero nos lo pasamos muuuuy bien.
El sábado nos levantaron muy temprano, 7:30 para ser exactos, desayunamos después de un buen lavado de cara, metimos todas las maletas en un camión que las llevó hasta Barbate y nos fuimos andando hasta la iglesia de San Miguel, donde rezamos laudes presididos por nuestro sacerdote el P. Juan Ramón. Justo después ya empezamos la peregrinación a la que también se unió nuestro obispo, muy cercano con todos los jóvenes. Teníamos 2 sacerdotes dispuestos a confesar y el obispo que también se puso la estola por si algún joven quería estar limpio y poder obtener la indulgencia plenaria en el santuario de la Virgen. Después de un largo caminar paramos en una especie de merenderos donde tuvimos una catequesis que nos la dio el P. Antonio Jesús acerca del joven rico. Nos dividimos por grupos para poner en común lo que nos había dicho el sacerdote y después, ¡a comer! Después de comer, en grupos, fuimos caminando rezando el rosario, momento para ofrecerle al Señor el camino y el cansancio que ya se notaba en la cara de algunos. Llegamos al Polideportivo de Barbate, donde todos nos metimos una ducha que nos dejó nuevos. Luego tuvimos un rato de tiempo libre hasta que empezó la misa presidida por nuestro obispo en San José, donde nos recibió el párroco, el P. Benjamín junto al coro de su parroquia, ¡qué voces tan bonitas! Después de la misa nos reunimos enfrente de la Iglesia para cenar y tener un rato de velada, ¡qué risa el baile del KingKong y la cancioncita de Pedro! Como no, llegó el momento de la Hora Santa en la parroquia de San Paulino, donde el P. José María nos acogió con los brazos abiertos. Un momento de recogimiento, de oración y de ponerle nuestra vida a la Virgen de la Oliva a quien teníamos tantas ganas de ver. Nuestras inquietudes, problemas, agradecimientos, etc. se lo ofrecimos a la Virgen para que a través de su intercesión pueda llegar a oídos de nuestro Señor y tengamos esa felicidad plena que solamente podemos recibirla cuando estamos en unión con Él. Llegamos al Polideportivo y ¡a dormir una hora más! o eso creíamos, porque estábamos al lado de una granja, y al gallo que estaba por ahí, bien criado él, no le hizo mucha gracia eso, así que nos dio un espectáculo que ni la orquesta de Viena, ¡¡qué manera de cantar!!
Nos encendieron las luces, hora de preparar la maleta y la mochila, íbamos a ver a nuestra madre, la Virgen de la Oliva. Nos pusimos en marcha después de un rico desayuno y el rezo de laudes, y tras una marcha con rosario, ángelus, carnaval, y muchas risas ¡por fin llegamos al santuario de la Oliva! Nuestra meta, momento de decirle a la Virgen todo lo que nos inquieta, pedirle por alguien con alguna enfermedad, darle las gracias por alguna cosa buena que nos haya pasado, etc. Ah y, por último, después de una misa estupenda presidida por nuestro sacerdote, el P. Jesús Fabra a quien le damos las gracias junto al párroco, el P. Antonio, por habernos acogido tan bien y habérnoslo puesto todo tan agradable, nos hicieron una paella riquísima para reponer todas las energías y volver a casa con las pilas recargadas tanto espiritualmente, gracias a todos los momentos vivido cerca del Señor, como físicamente gracias a la buenísima paella que nos hicieron. Yo repito para la siguiente, ¿y tú?