Crónica – Peregrinación a Roma
#RomaCC
Hace una semana volvimos de la peregrinación que realiza la diócesis para acabar el curso con los jóvenes. Este año fue a Roma, la segunda cuna de nuestra fe, la sede del Papa, la tumba de Pedro. Pero también fuimos a otros sitios como Orvieto, Florencia, Siena y Asis. Cada lugar tenía su importancia pues, en cada sitio, Dios pudo hablar a cualquiera de los que hemos convivido durante estos diez días. Los primeros días fueron dedicados en Roma, visitamos distintas iglesias, las basílicas mayores y, por supuesto, el Vaticano, lugar donde se encuentra el primer papa de nuestra Iglesia, San Pedro, delante del cual, reafirmamos nuestra fe y comunión con la Iglesia rezando el Credo. También allí estaba San Juan Pablo II, patrón de los jóvenes, en cuyo altar tuvimos la suerte de celebrar la Misa del día. Fue un lugar de gracia y bendición que todos recordaremos.
A lo largo de los días íbamos descubriendo santos e íbamos visitando las tumbas de otros. San Pablo, Santa Catalina de Siena,… Al cuarto día abandonamos Roma y nos dirigimos a Florencia pero hicimos escala en Orvieto, cuya catedral fue construida tras un milagro eucarístico cerca del pueblo. Era un pueblo pequeño pero bonito, donde tuvimos que subir en teleférico y que nos apartó un poco del ruido de las ciudades. Al día siguiente descubrimos Florencia en su plenitud. Tras esta fuimos a Siena donde rezamos especialmente por la intercesión de Santa Catalina. Posteriormente partimos a Asís, cuna de San Francisco y Santa Clara. Durante esos últimos días allí, dormíamos en un pueblo cercano, Perugia, donde nos acogió una parroquia con los brazos abiertos. Allí tuvimos la Hora Santa y ante el Santísimo expuesto pudimos tener un rato de oración y darnos cuenta que todo tiene sentido si Él es el centro, que nuestra peregrinación tuvo sentido porque ni el turismo, ni la gente, ni nada, nos impidió tener la misa diaria, tener nuestro tiempo de oración, juntos o solos pero siempre con el Señor. Siempre de la mano de Jesucristo y acompañados de nuestro obispo don Rafael y dos sacerdotes, Ricardo y Cristóbal, a los cuales agradecemos su entrega por los jóvenes y la iglesia. Tras estos días, cada uno volvió a su lugar con el propósito de que la peregrinación no se acababa, que empezaba en cada una de las realidades de las personas que estuvimos allí.