Mi Inmaculado Corazón triunfará
Peregrinación a Fátima
El pasado fin de semana, tuvo lugar la peregrinación de jóvenes de inicio de curso organizada por la Pastoral juvenil de nuestra Diócesis.
El viernes comenzó el camino a Fátima con un buen grupo de jóvenes guiados por nuestro Obispo D. Rafael y por los sacerdotes que nos acompañaban. Ese día estuvo marcado por la convivencia en el autobús donde las horas de viaje se hacían más amenas entre los juegos de cartas, cantos, las bromas y las risas. En el trayecto también pudimos disfrutar de la película de la Virgen de Fátima y de una Catequesis, que nos ayudó a profundizar sobre la importancia de esta peregrinación y de la Virgen en nuestras vidas. Al llegar a nuestro destino celebramos la Misa inicial en una capilla del Santuario, cenamos y disfrutamos del Rosario de antorchas. Impresiona ver a tantos miles de personas rezar juntos, en tantos idiomas, pidiendo la intercesión de nuestra Madre. ¡Un nuevo pentecostés!
El sábado fue un día muy intenso y precioso. Tras el desayuno y el rezo de laudes, pudimos visitar el pozo en el que se presentó por segunda vez el Ángel de la Paz, el pueblo de los pastorcillos y sus casas. Posteriormente, fuimos donde se presentó la Virgen en el mes de agosto y las otras dos apariciones del ángel de la paz. Después de un descanso para el almuerzo, pudimos rezar el Vía Crucis. Fue un momento de recogimiento y de oración que nos ayudó mucho a todos. Tras este camino, pudimos tener un rato de Adoración con Jesús expuesto en la custodia para nosotros. A las 19:15 h. nuestro obispo D. Rafael presidió la misa oficial en español en la Capelinha de las apariciones, ante cientos de españoles. Por la noche, repetimos el rosario de antorchas. ¡Había aún más gente que el día anterior!
El domingo tras el rezo de laudes y un rato de tiempo libre, quedamos en la explanada para despedirnos de nuestra Madre. Juntos pusimos nuestras intenciones en su corazón y rezamos un Avemaria. La peregrinación tuvo su broche final celebrando la misa de domingo en la parroquia donde fueron bautizados los santos pastorcitos.
En el camino de vuelta intercambiamos impresiones y todos coincidimos en que la Virgen había estado grande con nosotros, nos había abrazado con su manto, nos había enseñado que la santidad es el regalo de Dios a los más humildes, que había que hacer penitencia y rezar el Rosario por la paz del mundo y que no debíamos ofender más el corazón de Cristo.